Las mañanas de los domingos en soledad suelen ser de mis favoritos. El sol va saliendo y mi cuerpo entre humo y café anda listo para recibirlo. El fútbol inglés suele ser mi primera opción. Juegue o no mi equipo preferido, siempre hay algún buen partido en esa liga. Y quedarse en pijama también es parte del plan. No durante todo el día, pero si en esa prolongada mañana. En verano el calor suele colarse al cuarto y exigir que prenda el ventilador o que salga del cuarto y empiece con cosas más productivas. Yo decido por el ventilador, ya que hacer cosas más productivas no me parece correcto. Por que yo creo que el ocio también es productivo. La mente, que suele ir a mil por hora, tiene un respiro en esta mañana dominguera tan querida. Es el momento donde ella es libre y puede sentirse muy bien de estar haciendo «nada».
Yo sé que durante estas desconexiones de la rutina de semana es cuando conecto con ideas trabadas, nuevos proyectos, respuestas a preguntas inconclusas, y motivación a uno mismo de seguir por el camino que creemos es el correcto, y ojalá el tiempo sea que se encargue de afirmar todas estas sensaciones que se hacen más fuertes los domingos por la mañana.
