En pocos días pasó de estar todo iluminado a la oscuridad. La plena oscuridad. El frió invadió todos los espacios que conocía. Y los nuevos espacios que descubrí eran un tempano. Fue todo tan repentino que me paralizó. Me encorbó. Me cambió la expresión. El humor. El ánimo. El positivismo se esfumó. Y la negatividad entró apresurada como fanático al estadio en el último partido de la temporada, donde se define el título nacional. A empujones. Gritando. Enfurecido y extasiado. Y yo, tan solo un boletero. Un colabordor más. Inofensivo e inservible. Me rendí. Dejé de contar quienes debían entrar. Quienes entraban a la fuerza. Quienes tomaban ventaja. Y quienes merecían estar ahí. Me dejé vencer. Cáí. Me desplomé. Sí, me rendí. Ya no sabía cómo actuar, ni qué decir. Pues en esas circunstancias lo que puedas llegar a decir es en vano. Es un balazo hacia una duna. Un ladrido a las cuatro de la madrugada. Una lluvia en el medio del mar. Es básicamente nada. Y la nada tiene cuerpo. Forma y presencia. Es un cobrador de impuestos. Un policia inquebrantable. Un justo juez. Una señora devota de algún santo, que a pesar de no presenciar cambio alguno en sus días, reza y reza esperando el gran cambio. Que suceda lo inesperado. Y me vi tentado de unirme a sus súplicas. De sentarme a su lado y repetir sus palabras. Copiar sus formas. Sus manías y vestimenta. Que tal vez así éste frío empedernido se escabulla. Se cuele entre mis extremidades. Se aflore la mínima luz que aun yace en mí. Y derrita éste hielo. Que se haga agua. Que se haga útil. Se convierta en fortaleza. Y ayude a ese amarillo pasto recuperar su verdor original. Y ésto se convierte en mucho pedir. En el deseo ineficaz de una madre por ver a su hijo recuperado de los vicios. O de un padre exclamando clemencia ante el cáncer que corroe a su primogénito. Que lo postra en esa cama de hospital. Sucio. Solo. Y frío. De nuevo, frío. Pero no es menester mio exigir que se detengan. Que rueguen por imposibles. Si acá ando yo entre imposibles. Postrado también. Sin enfermedad terminal. Pero enfermo al fin y al cabo. En ésta oscuridad. En éste cautiverio por obligación. En ésta penitencia. Diaria. De día. A día.

Mi Nico 💙Que bien dicho💙
Me asombras 💙Y me pregunto,
cómo, cómo lo haces?? Es tu alma
la q habla💙Te quiero mucho 💙
Enviado desde mi iPhone