Fue un gusto.

Me cuesta aceptar que cumpliste tu tiempo en mi vida. Aceptar que no me sirves más de inspiración y que lo único que me dejas son los más de cincuenta escritos dedicados a ti.

Aun me cuesta aceptar que me enamoré de mi imaginación. Que creé una fantasía. Que éramos felices. Que me querías de vuelta. Que en alguna que otra historia inventada, nos trasladamos a una película gringa, nos encontramos en el lugar menos esperado y fuimos felices.

También te mandé mucho a la mierda en muchas otras historias y hasta acabé con tu vida, luego reviviéndote en el siguiente escrito. Siempre reviviéndote.

Ahora con la historia casi por terminar sigo pensando en ti, pero ya no quiero inventarme más historias, ya no quiero fantasear más, creérmela y dormir con una sonrisa soñadora.

Me quedaré con el qué hubiese pasado, aunque la verdad: lo intenté.
Me quedaré con los tres años de ilusión y una marca imborrable sobre la piel.
Me quedarán los recuerdos, los reales y también los falsos. Me quedará tu sonrisa, tu pelo y olor. Me quedará tu paciencia y tu humor.

Con pena te arranco de la pared, te guardo en el cajón, junto a las miles de cartas que nunca te envié.

Nos vemos en el final de alguno de mis cuentos.
Nos vemos todas las mañanas,
a la hora de la ducha,
al lado del lunar rojo.

Debajo de la huella de bebé.

 

IMG_0628

Deja un comentario