Testigo de sus intenciones.

Está sentado. Sólo se escucha el sonido del mar y del viento sobre su cara. Tiene al frente una bestia caliente, que al aliarse con el viento, golpea. No te deja ver. Te nubla el camino y logra dominarte. Por atrás no está solo. Atrás lo espera fuente de vida, que en cuestión de segundos te puede quitar la tuya. Se para y decide enfrentarla. Enfrentarse a estos monstruos. Combatirlos de pie y lograr poder seguir adelante.

Se apoya sobre el suelo. Coge impulso. Corre. Va dejando una huella en el camino que es testigo de sus intenciones. Está por empezar a dominarla y se detiene. Ahora la mira de abajo. Hacia arriba. La observa. Da media vuelta. Atrás. Su otro enemigo ahora está más lejos. Se dice a si mismo «No puedo». Y en esta historia él no saca fuerzas de la nada y lo logra. No puede. Es muy fuerte. Es muy grande. Como los problemas en su interior. Como las dudas que lo atormentan. Porque él está sentado. Entre dos bestias. Pero tiene dentro de su ser más de mil. Bestias. Ideas. Problemas. Dudas. Intenciones. Deseos. Penas. Tristeza. Y mucha pena.

Ahora mira a su lado. Busca esquivarla. Busca abrirse camino. Busca lograr sus objetivos.Y como ella busca aliarse con el viento y la otra de sus protegidos. Es momento que él busque aliados. Tal vez sus ideales. Tal vez su intención.

De ser mejor persona. De vivir en este mundo. Con una razón.

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