Que jodido puede llegar a ser eso de cuestionarse sobre todo lo que hacemos en la vida. Hoy en la mañana leía en menos de diez minutos a dos personas compartiendo en Facebook como odiaban ser parte de un rebaño. Uno hablaba de porque debíamos salir de noche para conocer gente, conocerla entre luces oscuras y entre música altísima. La otra hablaba de como nos convertíamos en personas rutinarias y creíamos que la felicidad era hacer millonario a otra persona y ni ser apreciado.
Lo peor de esto es que yo pienso lo mismo pero no se que hacer para terminar esta rutina. Desde el día que decidí tatuarme en el brazo «dejando el sistema de lado» me ha ayudado a tener presente cada vez que siento que caigo denuevo en ese círculo vicioso. Últimamente he dejado las discotecas, donde la gente aparenta mucho. Trato de cambiar de planes, salir de Lima (que me atormenta), dejar que estereotipos influencien mi pensamiento sobre ellos y dejar de tener que hacer cosas especialmente para que las demás personas me acepten, bajo lo que ellos creen está «bien».
Lo bueno es que a fin de año termino la universidad y espero poder dedicarme ya al cien porciento a lo que quiero hacer en la vida para ser feliz, que definitivamente no es tener un carro último modelo, un departamento en el golf, casa de playa, 2 hijas en el Roosevelt y una esposa con apellido extranjero.
Que la chupen.
